Por Soledad Izquierdo (*)
La proyección nos interpela: de seguir al ritmo actual, recién en 2096 podremos dar por terminada la brecha económica de género en el planeta. El dato surge de un estudio de Grant Thornton sobre el que también se sienten cuestionados grandes líderes del sistema productivo mundial. Aun con los esfuerzos y los avances que promueven estados, individuos, colectivos sociales y compañías a nivel global, saber que faltan 77 años para que acaso podamos hablar de equidad nos inquieta, y sobre todo nos obliga a resignificar el desafío con el presente.
Enfocarnos en desarrollar el potencial de un mundo en el que la mujer tenga participación activa en todos los niveles de la vida humana, es más determinante que preocuparnos por lo que falta. Un mundo donde el acceso de más niñas a la educación implica mayor libertad e injerencia en la cadena de valor y los procesos de decisión*. Una sociedad diversa donde las mujeres acceden con iguales oportunidades a cargos públicos, corporativos, políticos y judiciales de relevancia, con representación apropiada a la distribución poblacional. Una economía mundial más próspera, ya que la mayor participación femenina en el sistema productivo elevaría el PBI de la región un 34 por ciento, según los estudios de CAF- Banco de Desarrollo de América Latina. Una energía transformadora que está esperando una oportunidad para impulsar el desarrollo exponencial que necesitamos, de manera sostenible.
Cuando las mujeres avanzan, avanzamos todos. Se trata de correr la voz, generar contagio a través de las acciones y de sentir orgullo al motorizar una revolución conceptual que vale la pena ver reflejada en hechos mucho antes que en 2096. La fecha podrá parecer cercana, de no ser porque el ritmo vertiginoso de la evolución que seguiremos viviendo las próximas décadas, en todos los órdenes, puede dejar poco menos que en ridículo los avances en la igualdad de género.
En
Al 2020, cinco millones de mujeres habrán sido capacitadas por la Compañía
Nuestra evolución como Compañía está relacionada directamente al desarrollo de las mujeres. Por eso, el espíritu se replica puertas adentro con políticas de equidad a nivel laboral que hoy tienen un efecto real y se dan de un modo orgánico y natural.
Y no se trata solamente de asegurar equidad salarial y jerárquica sino también de proveer herramientas que favorezcan el desarrollo continuo y faciliten el cuidado familiar igualitario, la maternidad y el mentoreo a lo largo de toda la carrera profesional.
Cerrar la brecha de género es un deber y, más allá de un insoslayable compromiso ético, es una oportunidad que nuestro planeta no puede perderse en su hora más crítica.
Perdón 2096, tenemos un compromiso con el presente.
#LasMujeresTransforman
Soledad Izquierdo es Vicepresidenta de Asuntos Públicos y Comunicaciones de
Redes Sociales