Claudia Vera tenía 21 años y estudiaba Ciencias Políticas en la Universidad Central cuando decidió inscribirse en un taller de karate y empezar a escribir su historia como deportista de alto rendimiento. La elección fue tan acertada que a los dos meses ya era seleccionada nacional y a los cinco había ganado una medalla en un torneo sudamericano. Hoy, a los 34 años, anuncia que está a punto de colgar su kimono.
Además de karateca, cientista política, mamá, esposa y presidenta de la Agrupación de Deportistas de Alto Rendimiento (DAR), Claudia es asociada de
Hoy sus banderas de lucha son la protección social de los deportistas y conseguir que las disciplinas de alto rendimiento sean consideradas una profesión. “Ganar una medalla requiere de mucho tiempo y eso implica dejar de lado otras cosas. El sistema hoy no permite que los deportistas lo hagan con tranquilidad”, señala.
De las patadas y las llaves de karatea la gestión de eventos deportivos en
“Me considero una afortunada, porque desde que llegué no tengo horario fijo y me miden por objetivos. Entreno en las mañanas y puedo llegar más tarde. El apoyo es desde la gente, realmente aquí se viven e impulsan las pasiones”, dice.
“Él es quien ve a nuestra hija en las mañanas: la levanta, le da desayuno, la lleva al colegio, ¡hace todo!”, dice Claudia acerca de su marido, Patricio Valencia. La karateca se ríe al recordar que, desde que se casó hace seis años, promete que se va a retirar. “Dice que lo embauqué. Antes de casarnos, en su proyecto de familia no estaba esto de la alta competición. Tanto viaje, tanta ausencia…”, reflexiona.
Por lo mismo, la decisión del retiro ya está tomada. Y planificada. “Me retiro de la alta competencia, pero no del deporte. Es que tengo una vida laboral activa y cada vez con más desafíos. Sumado a que tengo mi hija Victoria, mi familia y tantos años de competición… tengo ganas de dedicar mis horas a estos nuevos desafíos”, señala. De hecho, el detalle de su ritmo es intenso: “Competir a nivel sudamericano o panamericano implica entrenar tres veces al día. La selección lo hace en las noches de los lunes, miércoles y viernes. Yo me levanto temprano mientras mi hija aún duerme y cuando llego en las noches también la encuentro durmiendo. Llevo más de un año con esa rutina y me di cuenta de que estoy sacrificando tiempo que quiero invertir en ella”.
Este 2017 se viene intenso para Claudia, con tres torneos de despedida. El primero fue en abril, en Las Vegas y hace algunas semanas estuvo en los Juegos Nacionales, un campeonato muy simbólico para ella porque significó su despedida de Chile. El tercero aún está gestionándose, pero la idea es que sea en Curazao. Al hablar de estos tres eventos, Claudia se emociona. Sabe que son los mejores cierres para concluir una carrera en que los amigos, entrenadores, médicos y el público fueron lo más importante. “En mis 12 años como profesional –asegura- nunca me había sentido como hoy: física y emocionalmente, estoy en mi mejor momento.”
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